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Situadas en el corazón de la capital, en las proximidades del Hotel Parc Saint Séverin, cada una de estas dos islas (formadas de manera natural en el Sena) tiene su encanto particular. Una es, ante todo, sede de monumentos famosos y edificios administrativos, mientras la otra es un apacible barrio con hoteles privados, cafés y heladerías
Más grande que su vecina de la izquierda, la isla situada en el corazón del distrito I está unida a la ciudad por 9 puentes. De este modo en la orilla derecha hay 3 puentes, los de Notre Dame, Change y Arcole, mientras que la orilla izquierda cuenta con otros 4, los puentes del Archevêché, Double, Saint Michel y el Petit-Pont. Cabe destacar que el Pont Neuf es el único puente que permite acceder a ambas orillas, y el de Saint-Louis el único que asegura el paso entre las dos islas. Por otro lado, el lugar alberga numerosos monumentos, como la Conciergerie, la Santa Capilla, el Hospital del Hôtel-Dieu, el más antiguo de Paris, el mercado de las flores y los pájaros y, por supuesto, la famosa catedral de Notre Dame de París.
Habitualmente representada como paraíso de poetas y artistas, esta isla, al contrario que su vecina, tiene ante todo una función residencial. Se trata de un antiguo islote virgen utilizado por las lavanderas y bautizado así en homenaje al rey Luis XIII, gracias al cual el apacible barrio parisino comenzó realmente a urbanizarse.
La calle Saint-Louis de l'Ile es el auténtico centro y funciona como demarcación entre dos espacios. A lo largo de los muelles (también conocidos como “el muelle de los balcones”) hay una serie de palacios con balcones de hierro forjado. En el interior de la isla, viviendas más modestas y numerosas tiendas que hacen las delicias de los gourmets: cafés, restaurantes, pastelerías o heladerías como la casa Berthillon.
Una de las joyas del lugar es sin lugar a dudas el palacio de Lauzun, propiedad de la ciudad de París. Muy valioso por su decoración interior, sólo puede visitarse con cita previa.